jueves, 11 de diciembre de 2014

The Legend Of Zelda: A Link Between Worlds


por Fzero


De un tiempo a esta parte se ha venido hablando mucho sobre la necesidad de Nintendo de reformular su segunda franquicia más emblemática. El principal problema entre los más críticos con las últimas entregas de la saga, por ejemplo Twilight Princess, es que el planteamiento más básico de la franquicia, esa aventura en el sentido más puro que siempre hemos encontrado en los juegos protagonizados por Link, se está diluyendo a causa de la repetición de las mismas fórmulas una y otra vez en las mecánicas y la estructura del juego; porque si por algo no debe caracterizarse una aventura es por su monotonía o previsibilidad. vamos una aventura no puede ser una sucesión de viejas situaciones conocidas. 

Skyward Sword arriesgó en este sentido con un resultado que no gustó a todos, convirtiendo todo el mundo en un enorme puzle de envergadura sin igual. Gustase más o menos La entrega para Wii tiene uno de los mundos más orgánicos de la saga con puzles coherentes y perfectamente integrados en su entorno.



Por su parte, A Link Between Worlds es todo lo contrario a Skyward Sword es una reinvidicación, un homenaje, a las viejas costumbres y las tradiciones de la saga; es una auténtica constatación de por qué las mecánicas zelderas siguen siendo tan atractivas a pesar de que hayan transcurrido más de 25 años desde la primera aventura de Link.
Por que el juego que recomendamos hoy es uno de los Zelda más puros a los que uno puede jugar. Es como volver al pasado, pero sin olvidarse del presente tanto en su jugabilidad tradicional, hasta su apartado técnico que, a pesar de ser actual, despide ese aroma a 16 bits que conecta directamente con nuestra vertiente más nostálgica. 

En cuanto al argumento, The Legend of Zelda Zelda nunca ha sido una franquicia que base su fuerza en él. Suelen ser argumentos sencillos y efectistas; historias bien contadas que sin necesidad de muchas secuencias ni diálogos, son capaces de meternos rápidamente de lleno en la aventura.
En este caso, el juego transcurre seis generaciones después de la derrota del malvado Ganon al final de A Link to the Past. El joven Link es el aprendiz del mejor herrero de Hyrule que realizando un recado para su maestro se topa con Yuga, un misterioso brujo que secuestra a una joven sacerdotisa convirtiéndola en un cuadro. A raíz de nuestro enfrentamiento con Yuga la leyenda se repite una vez más. Joven heroico de ropas verdes llega a un reino desamparado, donde un malvado secuestra a la princesa. Toma el poder de la Trifuerza y se embarca en una aventura devolver todo a su cauce original... aunque hay algunas diferencias para la ocasión… como el hecho de la existencia de dos mundos: Hyrule y Lorule y, por lo tanto… de dos princesas. 


Como en el clásico para Super Nintendo, en A Link Between Worlds también viajaremos a Lorule, la versión oscura y tenebrosa de Hyrule, en la que la oscuridad ha vencido a la luz. Pero no os contaremos más, porque parte de la epopeya consiste en descubrir la historia de ambos mundos y como se conectan, así como descubrir los viejos y nuevos personajes que iremos encontrando.
El apartado técnico es fantástico, empezando por la excelente banda sonora compuesta por Ryo Nagamatsu en lo que es su debut en esta legendaria serie y su primer proyecto importante como máximo responsable de una BSO, que adapta y homenajea los temas clásicos compuestos por Koji Kondo, escuchados en SNES, manteniendo ese gusto especial que sólo este tipo de arreglos saben transmitir. El retorno al Hyrule que algunos recordamos con mucho cariño gana aquí varios enteros gracias a un apartado gráfico brutal y un sistema 3D tan bien implementado que en este caso sí que marca la diferencia.

La jugabilidad del juego es la clásica de las entregas de Legend of Zelda en 2D, un action RPG en el que hay mil cosas por descubrir, aunque dos aspectos sí que son una auténtica novedad. En primer lugar destacar la nueva habilidad de Link para convertirse en una versión pintada de sí mismo materializándose en la pared. Esta capacidad  está sorprendentemente bien implementada, tanto a la hora de resolver puzles como en la exploración (podremos salvar huecos, colarnos a través de ventanas con barrotes o evitar enemigos); el problema es que el abuso del sistema acaba apagándolo por extenuación. Vamos, que cuando te quedas atascado siempre acabas recurriendo a él directamente, sin la necesidad de rebanarse mucho más los sesos.

El segundo aspecto a destacar es más importante, de hecho, establece un significativo punto de inflexión en la saga al modificar los cimientos sobre los que se erige la tradicional estructura de un Legend of Zelda. El juego permite, ya desde los primeros compases, que decidamos en qué orden queremos superar mazmorras y con qué armas hacerlo. Esta simple decisión, condiciona el devenir de todo el juego, no por desarrollo, si no porqué de esta forma se borra de un plumazo la curva de dificultad presente en los otros juegos de la saga. Aonuma y su equipo han preferido que la sensación de progresión vaya por otro camino, fomentando la sensación de aventura, de exploración y de tener la última decisión en nuestra mano. Aún así, y por la forma en que está estructurado nuestro periplo (en tres tramos que ocurren de forma lineal), todavía existe un incremento de dificultad paulatino. El resultado de esto es que A Link Between Worlds es un juego estupendo para iniciarse en esto de abrir cofres, resolver puzles y enfrentarnos a jefes finales. Además, si quieres un poco más de dificultad dispones de un modo héroe en el que, al igual que el de Wind Waker HD, los enemigos causan más daño, nosotros menos, y no aparecen corazones.


En definitiva A link Between Worlds es todo un homenaje. Tiene el planteamiento simple pero efectivo de los juegos de la época de los 16 bits, que, con total acierto, deja enseguida paso a la jugabilidad y, por ende, al propio jugador, que es quien traza verdaderamente con sus acciones el devenir de los acontecimientos. La sensación es la de volver a la época en la que los cuadros de conversaciones eran ligeros y la trama sólo cobraba protagonismo en contados momentos de la partida. 

Hasta en esto Nintendo ha regresado a lo clásico pero consiguiendo no convertirse en “un Zelda más”. La nueva manera de hacerse con las armas, la posibilidad de afrontar las mazmorras en el orden que queramos o las nuevas habilidades como convertirse en pintura, han conseguido un producto totalmente diferenciado de lo que hemos visto hasta ahora. En los primeros compases puede parecer que le falta sorpresa, que todo ocurre según un guión fácilmente deducible, pero pronto empezarán las sorpresas, y geniales referencias a títulos como 'Majora’s Mask', con máscaras que aparecen a lo largo del juego, y otros elementos de 'Ocarina of Time' y, por supuesto, 'A Link to the Past'. Los giros argumentales finales también le sientan de maravilla al desarrollo de la historia.

Es una auténtica gozada poner en marcha nuestra consola con este cartucho (o versión digital) en su interior. Una aventura que no olvidarás.

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